¿Por qué profesionalizar la Administración Pública?

La calidad, capacidades y modalidades de acceso a las funciones públicas están en escena. Aunque la Constitución Nacional en el régimen de funcionarios públicos lo prevé desde hace tiempo, garantizando el derecho de todos los ciudadanos a ingresar al servicio civil en condiciones de igualdad mediante concursos abiertos y transparentes

En Argentina más de 300 profesionales y académicos que nos dedicamos a las políticas y la gestión pública acabamos de firmar El Consenso por una Función Pública Profesional para la Argentina del Siglo XXI. Venimos de los más diversos ámbitos profesionales y de un amplio espectro ideológico partidario. Somos más de 300 y el número de adhesiones sigue subiendo.

Como contracara, el presidente francés Emanuel Macron, acaba de anunciar que la École Nationale d’Administration de Francia, la famosa ENA, institución de prestigio internacional para la formación de los directivos públicos de Francia, debe ser reformada o quizás suprimida a fin de repensar la formación del funcionario público.

La profesionalización de la función pública está en escena. La calidad, capacidades y modalidades de acceso a las funciones públicas es un tema que no nos deja indiferentes en estos tiempos que algunos denominan VICA, volátiles, inciertos, complejos y ambiguos. Ahora bien, ¿qué significa profesionalizar la función pública hoy? ¿Es posible? ¿Cómo se vincula con nuestros derechos ciudadanos y la producción de políticas públicas de calidad? En definitiva, ¿vale la pena apostar por la profesionalización?

El Consenso plantea la profesionalización como el cumplimiento de la Constitución Nacional en el régimen de funcionarios públicos, que garantiza el derecho de todos los ciudadanos a ingresar al servicio civil en condiciones de igualdad mediante concursos abiertos y transparentes; construir un servicio civil profesional de carrera basada en la acreditación continua de la idoneidad y el buen desempeño en el servicio a la sociedad; la planificación estratégica con sustentabilidad financiera de los planteles, la institucionalización de un régimen de funcionariado civil superior, el cumplimiento de los principios de empleo digno y decente, la inversión en capacitación y actualización tecnológica, la jerarquización y fortalecimiento de los órganos a cargo de la gestión de las políticas de la función pública. Para poner en marcha esta iniciativa propone la institucionalización del diálogo social permanente para asegurar consensos, seguimiento y actualización de una política de largo aliento para el empleo público.

En definitiva, y de acuerdo con el Consenso, la profesionalización de la función pública tiene un núcleo insoslayable: el ingreso mediante concursos abiertos a todos los ciudadanos y el desarrollo de una carrera orientada al servicio público y basada en la evaluación. Pero no es sólo el núcleo, requiere del diseño de mecanismos estratégicos y flexibles que movilicen a sus funcionarios a aprender y reinventarse, a la innovación. Sin ambos componentes, el nuclear y el estratégico, los modelos de profesionalización en nuestros tiempos corren riesgos de convertirse en un continente vacío o peor aún, en nuevos espacios de elite corporativa.

Siguiendo esta línea podemos reflexionar sobre la necesidad y el valor de la profesionalización en contextos como el actual, que requiere de equipos inteligentes, pluralistas y diversos, capaces de gestionar y producir valor público. Equipos capaces, con competencias técnico – políticas, entendidas estas como la capacidad de leer entornos, construir acuerdos, gestionar estrategias y promover acciones.

En Argentina la profesionalización de la Administración Pública en el estado nacional, los estados provinciales y los gobiernos locales es una gran asignatura pendiente, volviendo al inicio podríamos decir que lo que a Francia le sobra está faltando por estas tierras. Profesionalizar la AP es una tarea impostergable e insoslayable. El diseño y puesta en marcha de un Modelo de Función Pública Profesional permitirá contar con funcionarios públicos capaces para la gestión de políticas en estos tiempos, que como dijimos, son volátiles, inciertos, complejos y ambiguos, y requieren, más que nunca, de un estado inteligente.

El consenso en este año de renovación general de autoridades es una gran oportunidad para hacer historia, para diseñar, acordar y poner en marcha un sistema profesional que reúna las expectativas por dotar de saberes comprometidos a las administraciones con los aprendizajes de las experiencias.

*Especialista en Innovación en el Sector Público. Dirige el Dpto. de Administración Pública de la Facultad de Ciencia Política y RRII de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, donde es investigadora y profesora de Tecnologías de la Administración Pública. Es directora del Grupo Innovación Pública – POLILAB UNR. Twitter: @ritagrandinetti

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