Dr. Isidoro L (*)

Hace unos días escuché a un Senador de la Nación hacer interpretaciones estadísticas sobre la asociación entre Número de Nacimientos y Periodos Políticos. Mostraba que los nacimientos entre 2010 y 2014 habían sido mayores que los registrados entre 2015 y 2019. Concluía que dicho fenómeno era atribuible a una “mayor esperanza e ilusión en el futuro” de un periodo con relación al otro.

Inmediatamente recordé las lecciones de un viejo maestro en Estadística cuando decía: “la correlación entre variables no implica causalidad; hay que ver si no hay una tercera variable interviniente con capacidad de explicar una potencial correlación espuria”.
Para ilustrar con un ejemplo: un estudio estadístico que tomo varias ciudades del Mundo, mostro que, a mayor cantidad de cigüeñas mayor cantidad de nacimientos. Conclusión a primera vista: las cigüeñas traen a los bebes (de Paris?).

Siguiendo al maestro, la idea es apelar a una variable interviniente (en este caso 2), “número de habitantes” y “altura de los edificios”. Así se hizo y de esa forma, se mostró que, a mayor número de habitantes, más edificios altos para la anidación de cigüeñas y, por tanto, mayor número de ellas. Lo mismo también para el nacimiento de bebés por haber mas población.

Conclusión: se demostró que la relación entre número de cigüeñas y nacimientos es una relación espuria. Lamentablemente para el viejo imaginario colectivo, las cigüeñas no traen a los bebes colgados de sus picos.

Volviendo al Senador, lo que él esta mostrando, es un fenómeno que, desde hace décadas viene manifestándose en Argentina y el Mundo: la baja en la tasa de natalidad. Si recurrimos al Informe del Banco Mundial sobre tasas de natalidad, podremos ver que en Argentina viene bajando desde 1977 (25,32 nacidos vivos por cada1000 habitantes) a 2020 (16,64 por cada 1000 habitantes).

Este mismo fenómeno, se repite para el Mundo desde 1963 (36,06) a 2020 (17,98). También se ve lo mismo para la gran mayoría de países, tomados cada uno de ellos individualmente. Conclusión: es probable que la asociación entre tasa de natalidad y periodos políticos sea una relación espuria.

En cuanto al gráfico presentado por el Senador, recordé al verlo el libro de Hans Zeisel (“Dígalo con números, FCE, 1962) que, nos enseña como es posible magnificar, minimizar o inducir a conclusiones estadísticamente erradas, alterando escalas, eliminando datos de una serie, etc. En este caso particular, de haberse exhibido la escala de largo plazo (desde 1977 a 2020), las conclusiones hubieran sido otras. Dado que la tasa de natalidad siempre desciende, cualquier sumatoria de periodos anteriores, dará tasas de natalidad superiores a las de periodos siguientes. Para terminar, un Senador de la Nación no necesariamente debe saber de estadística, pero si debe rodearse de especialistas que conozcan de correlación de variables, variables intervinientes y causalidad, antes de concluir y exhibir relaciones espurias.

(*) Profesor Consulto, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires.