El triunfo de Donald Trump en EEUU, la salida del Reino Unido de la Unión Europea -Brexit-, auge de nacionalismos de derecha en Europa, el intento separatista de Cataluña y su confrontación con el Estado Español; el revés del referéndum sobre la paz en Colombia son, entre otros, algunos indicios de la crisis de legitimidad que afecta a los sistemas democráticos insertos en una globalización que agudiza las desigualdades y vuelve a la política en una práctica ligera y banalizada, todo lo cual incide en un creciente malestar en la opinión pública y en mayores incertidumbres en torno al rumbo de los procesos democráticos, confrontados a las exigencias de mayor concentración del poder económico y debilitamiento de las instituciones de los estados nacionales.
Nadie duda que la mayoría de los sistemas políticos y los mecanismos de representación política se encuentran al menos cuestionados o en crisis de legitimidad. Lo vemos en países, regiones sub-nacionales y en el orden global mundial.
Los partidos políticos y los parlamentos no cumplen cabalmente sus funciones de articulación y representación de la sociedad.
La Legitimidad constituye una problemática central del pensamiento y la acción políticas. Es el elemento que otorga sentido al ejercicio del poder político como estructurador de la relación entre gobernantes y gobernados. En principio, su vinculación estrecha con el concepto de legalidad afianzó la calificación de los actos legítimos como asociados o derivados de la observancia de la ley; todo acto del poder es legítimo , en tanto se deriva y responde a la legalidad vigente, sin embargo, la problemática relación entre el Derecho y la Justicia cuando remite al ejercicio del poder político nos remite a las preguntas por la legitimidad de los actos del poder, de los actos soberanos; ¿puede haber deficiencias de legitimidad en mandatos fundados en la legalidad? Sin dudas, estamos frente a una realidad compleja que condiciona el desarrollo de nuestro pensamiento y de nuestros actos referidos al ejercicio del poder.
Las Filtraciones de Facebook, la injerencia de Rusia en las elecciones de EEUU, el presunto rol de Cambridge Analytica,en el Brexit y su acción en la mercado política sucia en otros continentes dan cuenta del potencial negativo de las nuevas tecnologías en materia de manipular la opinión pública. Como dice Byung Chul Han en “el Enjambre”(Herder-2017) intervienen en el inconsciente de las personas, constituyéndose en el nuevo panóptico digital, sin que ellas siquiera sean conscientes de ello. Facebook y otras redes sociales y compañías de streaming son ejemplos de cómo en nuestros días la legitimidad política aparece atravesada por los nuevos desafíos que le plantea el desarrollo científico-tecnológico, la globalización y la persistencia de necesidades y demandas humanas que reclaman por la construcción de nuevos equilibrios socioeconómicos y políticos en el sentido de una creciente humanización de las relaciones de poder a escala planetaria.
Este libro tiene por finalidad plantear los determinantes de la crisis de legitimidad que está erosionando la capacidad de representación de las democracias en los comienzos del siglo XXI.
La crisis de legitimidad de los sistemas políticos
La crisis de legitimidad de los sistemas políticos
El triunfo de Donald Trump en EEUU, la salida del Reino Unido de la Unión Europea -Brexit-, auge de nacionalismos de derecha en Europa, el intento separatista de Cataluña y su confrontación con el Estado Español; el revés del referéndum sobre la paz en Colombia son, entre otros, algunos indicios de la crisis de legitimidad que afecta a los sistemas democráticos insertos en una globalización que agudiza las desigualdades y vuelve a la política en una práctica ligera y banalizada, todo lo cual incide en un creciente malestar en la opinión pública y en mayores incertidumbres en torno al rumbo de los procesos democráticos, confrontados a las exigencias de mayor concentración del poder económico y debilitamiento de las instituciones de los estados nacionales.
Nadie duda que la mayoría de los sistemas políticos y los mecanismos de representación política se encuentran al menos cuestionados o en crisis de legitimidad. Lo vemos en países, regiones sub-nacionales y en el orden global mundial.
Los partidos políticos y los parlamentos no cumplen cabalmente sus funciones de articulación y representación de la sociedad.
La Legitimidad constituye una problemática central del pensamiento y la acción políticas. Es el elemento que otorga sentido al ejercicio del poder político como estructurador de la relación entre gobernantes y gobernados. En principio, su vinculación estrecha con el concepto de legalidad afianzó la calificación de los actos legítimos como asociados o derivados de la observancia de la ley; todo acto del poder es legítimo , en tanto se deriva y responde a la legalidad vigente, sin embargo, la problemática relación entre el Derecho y la Justicia cuando remite al ejercicio del poder político nos remite a las preguntas por la legitimidad de los actos del poder, de los actos soberanos; ¿puede haber deficiencias de legitimidad en mandatos fundados en la legalidad? Sin dudas, estamos frente a una realidad compleja que condiciona el desarrollo de nuestro pensamiento y de nuestros actos referidos al ejercicio del poder.
Las Filtraciones de Facebook, la injerencia de Rusia en las elecciones de EEUU, el presunto rol de Cambridge Analytica,en el Brexit y su acción en la mercado política sucia en otros continentes dan cuenta del potencial negativo de las nuevas tecnologías en materia de manipular la opinión pública. Como dice Byung Chul Han en “el Enjambre”(Herder-2017) intervienen en el inconsciente de las personas, constituyéndose en el nuevo panóptico digital, sin que ellas siquiera sean conscientes de ello. Facebook y otras redes sociales y compañías de streaming son ejemplos de cómo en nuestros días la legitimidad política aparece atravesada por los nuevos desafíos que le plantea el desarrollo científico-tecnológico, la globalización y la persistencia de necesidades y demandas humanas que reclaman por la construcción de nuevos equilibrios socioeconómicos y políticos en el sentido de una creciente humanización de las relaciones de poder a escala planetaria.
Este libro tiene por finalidad plantear los determinantes de la crisis de legitimidad que está erosionando la capacidad de representación de las democracias en los comienzos del siglo XXI.
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